miércoles, 26 de agosto de 2009

PARA ANTES QUE NUESTROS HIJOS CREZCAN (Autor anónimo)

Hay un período en el que los padres quedamos huérfanos de hijos. Es que ellos crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaron imprudentes...
Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y a veces con alardeada arrogancia.
Pero no crecen todos los días, crecen de repente.
Un día, se sientan cerca tuyo y con increíble naturalidad te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura que hasta ayer usaba pañales y daba pasitos temblorosos e inseguros... creció.
¿Cuándo creció que no lo percibiste? ¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, los juegos en la arena, los cumpleaños con payasos? Crecieron en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Dentro de un tiempito estarás ahí, en la puerta de una disco, esperando ansioso, no sólo que no crezca, sino que aparezca... allí estarán muchos padres al volante, esperando que salgan zumbando sobre patines, con sus pelos largos y sueltos.
Aquí están hoy nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas, en las esquinas, con el uniforme de su generación y sus incómodas mochilas en la espalda. Y aquí estaremos nosotros con el pelo entrecano...
Allí nuestros hijos, los que amamos con toda el alma, a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y las dictaduras de las horas. Ellos crecerán observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos, principalmente con los errores que esperamos no repitan...
Y pasará el tiempo del órgano y la guitarra, del fútbol y la natación o tal vez la danza, saldrán del asiento de atrás y pasarán al volante de sus propias vidas.
Algunos deberíamos haber ido más seguido junto a su cama, a la noche, a leerles un cuento o preguntarles: ¿Qué hiciste hoy?
Pero crecerán sin pedir permiso... recordaremos cuando nos acompañaban a la playa, al campo o a reuniones familiares, cuando se peleaban por la ventana del auto o los pedidos de chicle a horas insólitas.
Seguramente llegará el tiempo en que viajar con los padres sea un dulce esfuerzo y sacrificio porque no se pueden dejar las amistades y los primeros amores.
Y empezaremos a quedar exiliados de hijos... y miraremos lejos, y los veremos abrir las alas para conquistar el mundo del modo menos doloroso posible. Por eso es necesario hacer algunas cosas adicionales antes de que nuestros hijos crezcan... porque aprendemos a ser hijos cuando somos padres y aprendemos a ser padres cuando somos abuelos...
Por eso, disfrutemos cada minuto, cada segundo con ellos mientras los vemos crecer, para que no nos pase que crecieron y nunca nos dimos cuenta...

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